Monday, April 1, 2013

LOS DOS FRANCISCOS

Creo que este nuevo Papa nos está ofreciendo un montón de signos de nuevas perspectivas. Esto, al menos, y de principio, es esperanzador. Y uno de los "signos"-o tal vez mejor consecuencia de los mismos-  es que empieza a haber malestar en la facción más conservadora del Vaticano y los cardenales. Sin lanzar campanas al vuelo y caer en estereotipos triunfalistas, creo que es postura sensata la de situarse en el tiempo para ir descubriendo si estos signos de esperanza se concretan en posturas y opciones  de coherencia. Por ello, sin que en proyectointi intentemos centrar todo su contenido, el el Papa Francisco, creemos es necesario ofrecen datos para poder posicionarse en esta postura expectante, esperanzada y lúcida.. Y con esa intención colgamos el siguiente trabajo de leonardo Boff.
José Luis Molina

"Sueño de Inocencio III./ Benozzo Gozzoli




 Francisco de Asís y Francisco de Roma
 Leonardo Boff
 2013-03-29
 www.servicioskoinonia.org

 Desde que el obispo de Roma electo, y por eso Papa, asumió el nombre
 de Francisco, se hace inevitable la comparación entre los dos
 Franciscos, el de Asís y el de Roma. Además, el Francisco de Roma se
 remitió explícitamente a Francisco de Asís. Evidentemente no se trata
 de mimetismo, sino de constatar puntos de inspiración que nos indiquen
 el estilo que el Francisco de Roma quiere conferir a la dirección de
 la Iglesia universal.

 Hay un punto común innegable: la crisis de la institución
 eclesiástica. El joven Francisco dice haber oído una voz venida del
 Crucifijo de San Damián que le decía: “Francisco repara mi Iglesia
 porque está en ruinas”. Giotto lo representó bien, mostrando a
 Francisco soportando sobre sus hombros el pesado edificio de la
 Iglesia.

 Nosotros vivimos también una grave crisis por causa de los escándalos
 internos de la propia institución eclesiástica. Se ha oído el clamor
 universal («la voz del pueblo es la voz de Dios»): «reparen la Iglesia
 que se encuentra en ruinas en su moralidad y su credibilidad». Y se ha
 confiado a un cardenal de la periferia del mundo, a Bergoglio, de
 Buenos Aires, la misión de restaurar, como Papa, la Iglesia a la luz
 de Francisco de Asís.

 En el tiempo de san Francisco de Asís triunfaba el Papa Inocencio III
 (1198-1216) que se presentaba como «el representante de Cristo». Con
 él se alcanzó el grado supremo de secularización de la institución
 eclesiástica con intereses explícitos de «dominium mundi», de
 dominación del mundo. Efectivamente, por un momento, prácticamente
 toda Europa hasta Rusia estaba sometida al Papa. Se vivía en la mayor
 pompa y gloria. En 1210, con muchas dudas, Inocencio III reconoció el
 camino de pobreza de Francisco de Asís. La crisis era teológica, pues
 una Iglesia-imperio temporal y sacral contradecía todo lo que Jesús
 quería.

 Francisco vivió la antítesis del proyecto imperial de Iglesia. Al
 evangelio del poder, presentó el poder del evangelio: en el
 despojamiento total, en la pobreza radical y en la extrema sencillez.
 No se situó en el marco clerical ni monacal, sino que como laico se
 orientó por el evangelio vivido al pie de la letra en las periferias
 de las ciudades, donde están los pobres y los leprosos, y en medio de
 la naturaleza, viviendo una hermandad cósmica con todos los seres.
 Desde la periferia habló al centro, pidiendo conversión. Sin hacer una
 crítica explícita, inició una gran reforma a partir de abajo pero sin
 romper con Roma. Nos encontramos ante un genio cristiano de seductora
 humanidad y de fascinante ternura y cuidado que puso al descubierto lo
 mejor de nuestra humanidad.

 Estimo que esta estrategia debe haber impresionado a Francisco de
 Roma. Hay que reformar la Curia y los hábitos clericales de toda la
 Iglesia. Pero no hay que crear una ruptura que desgarraría el cuerpo
 de la cristiandad.

 Otro punto que seguramente habrá inspirado a Francisco de Roma: la
 centralidad que Francisco de Asís otorgó a los pobres. No organizó
 ninguna obra para los pobres, sino que vivió con los pobres y como los
 pobres. Francisco de Roma, desde que lo conocemos, vive repitiendo que
 el problema de los pobres no se resuelve sin la participación de los
 pobres, no por la filantropía sino por la justicia social. Ésta
 disminuye las desigualdades que castigan a América Latina y, en
 general, al mundo entero.

 El tercer punto de inspiración es de gran actualidad: cómo
 relacionarnos con la Madre Tierra y con los bienes y servicios
 escasos. En la alocución inaugural de su entronización, Francisco de
 Roma usó más de 8 veces la palabra cuidado. Es la ética del cuidado,
 como yo mismo he insistido fuertemente, la que va a salvar la vida
 humana y garantizar la vitalidad de los ecosistemas. Francisco de
 Asís, patrono de la ecología, será el paradigma de una relación
 respetuosa y fraterna hacia todos los seres, no encima sino al pie de
 la naturaleza.

 Francisco de Asís mantuvo con Clara una relación de gran amistad y de
 verdadero amor. Exaltó a la mujer y a las virtudes considerándolas
 «damas». Ojalá inspire a Francisco de Roma una relación con las
 mujeres, que son la mayoría de la Iglesia, no sólo de respeto, sino
 también dándoles protagonismo en la toma de decisiones sobre los
 caminos de la fe y de la espiritualidad en el nuevo milenio.

 Por último, Francisco de Asís es, según el filósofo Max Scheler, el
 prototipo occidental de la razón cordial y emocional. Ella nos hace
 sensibles a la pasión de los que sufren y a los gritos de la Tierra.
 Francisco de Roma, a diferencia de Benedicto XVI, expresión de la
 razón intelectual, es un claro ejemplo de la inteligencia cordial que
 ama al pueblo, abraza a las personas, besa a los niños y mira
 amorosamente a las multitudes. Si la razón moderna se amalgama con la
 sensibilidad del corazón, no será tan difícil cuidar la Casa Común y a
 los hijos e hijas desheredados, y alimentaremos la convicción muy
 franciscana de que abrazando cariñosamente al mundo, estamos abrazando
 a Dios.

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