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¿ Qué magnífica ocasión se ha perdido?
Qué bueno hubiera sido que la JMJ (si es que estos eventos tienen sentido) se hubiera celebrado en Somalia, por ejemplo, pero no con posicionamientos triunfalistas, grandielocuentes, de obstentación y supergasto, y hasta reperesivos, sino implantándose como un grito de dolor solidario en el corazón mismo del dolor de la humanidad de nuestros días para que, con gesto profético, la Iglesia levantara su voz para anunciar su compromiso firme e irrevocable proclamando el Evangelio de Lucas 4, 16 ss, y proponer a los jóvenes, sin miedos ni rebajas, que la opción cristiana pasa por la opción fundamentalmente existencial con un mundo diametralmente opuesto al que les estamos dejando y ellos mantienen. Eso si sería evangelizar.
Pero, ¿es esto posible? Personal y lamentablemente creo que no. Pienso que la utopía del Evangelio tiene que enfrentarse con que, hoy por hoy, la institución eclesiástica no está por la labor de comprometerse utópicamente con la vida.
Jesús de Nazaret, ¿habría estado en Madrid en medio de tanto boato e imponiendo su presencia a quienes no la quisieran? Creo que no. Si hubiera sido en Somalia, por ejemplo, pero de otra manera evidentemente, creo que si.
Ahora bien. Y de cara al futuro, ¿cómo compaginar las favelas de Río con una repetición del evento JMJ-Madrid?. Tenemos dos años para hacer examen de conciencia.
La historia, con el Evangelio (proyecto del Reino) en la mano, nos juzgará.
José Luis Molina
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